PADRES Y MADRES, NO COLEGAS

Este post no va dirigido a los adolescentes, ni a los jóvenes, esta vez les toca a los padres y las madres de esos adolescentes y jóvenes.
En los últimos tiempos y a nivel general, la referencia de autoridad por parte de los hijos se ha ido difuminando hasta llegar a un punto en el que no se sabe quién marca las reglas dentro de la familia. Hay una tendencia por parte de los padres en quitarse de encima responsabilidades y adoptar el papel de amigos, de colegas. ¿Cómo le digo a mi hijo que no juegue demasiado tiempo con la Play si el primero que paso demasiado tiempo con ella soy yo?. Los padres y madres que son colegas de sus hijos provocan una pérdida de autoridad, y todo ésto, queramos o no, afecta a nuestra sociedad.
Es muy importante establecer unas pautas, unos límites, y no permitir que los hijos hagan los que les dé la gana. Hay que enseñar que una determinada conducta o comportamiento tiene sus correspondientes consecuencias. Cuando no existen unos límites claros y sencillos, los chavales no calculan bien las consecuencias de sus actos, no tienen perspectivas. Cuando sí existen, está demostrado que los niños crecen más seguros.
Para todo ésto, es muy importante el diálogo, hablar con los hijos, pero para informar y educar, no para invadir su intimidad e intentar saber absolutamente todo sobre ellos porque ésto provocará su rechazo.
Sabemos que es más fácil o más cómodo comprarle a un niño un juguete o una chuchería que repetir innumerables veces que uno no puede tener todo lo que ve, y todo ésto sin enfadarse, de una manera tranquila y serena. Por éso, muchos chavales en la actualidad tienen un nivel muy bajo de frustración, si se les dice que no a algo se derrumban, lo viven de forma dramática, porque están acostumbrados a la gratificación inmediata, a tener todo lo que piden y en el momento, sin tiempos de espera. Por éso también están acostumbrados al esfuerzo mínimo para conseguir algo.
Como bien dice Emilio Calatayud, "su papel (el de los padres y madres) es insustituible, pero a veces les resulta ingrato, grande, aplastante. Les cuesta ejercer y mantener cierta insobornable autoridad. Pero si ellos dejan de ser padres, sus hijos se quedan huérfanos y sin referentes. Por temor a ser autoritarios nos da miedo decir no. Hay que poner límites a los hijos desde el primer minuto de vida. Luego cuesta más."
En cuanto al tema de las drogas, los propios chicos son los que piden límites, el 48% de los adolescentes encuestados por la FAD prefieren que sus padres traten de orientarlos, aunque luego ellos hagan lo que quieren.
Muchos padres creen que fumándose un porro con sus hijos estrechan el vínculo, pero no piensan que ese porro nunca será para sus hijos como un porro con sus colegas. El hijo necesita que sus padres cumplan su papel, porque si no se siente perdido. A algunos puede parecerles hipócrita censurar lo que ellos también hacen, pero no está de más explicar que estas sustancias, aunque a veces sean naturales, también pasan factura. Y por supuesto, si se puede evitar fumar porros delante del hijo o la hija, mejor que mejor.
De todas formas, muchos conflictos generacionales son inevitables, porque está en la naturaleza del adolescente cuestionar toda autoridad. El problema viene cuando en casa ni siquiera existe.
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